Con las certezas a marzo, y mientras tanto…

“Enséñame una flor / que haya nacido del esfuerzo de seguirte / ¡Dios! Para no odiar /

al mundo que me desprecia, / porque no aprendo a robar…”

(E. S. Discépolo, “Tormenta”, 1939)

Seis años, sesenta ediciones de Huellas Suburbanas sin deponer ni abandonar por el camino a nuestras convicciones éticas y profesionales.

Pero la continuidad de la adversidad, inevitablemente, nos proyecta a una situación donde las dudas le ganan por goleada a las certezas. Al fin y al cabo, la realidad efectiva irrumpe con todos sus claroscuros, que en promedio lanzan un panorama nuboso, al filo de la tormenta. Y los estandartes con los que soñamos años atrás, hoy apenas sirven para que algunos apostemos a seguir aferrándonos a ellos, en pos de una genuina formulación de ideas comunicacionales y periodísticas signadas por la autonomía en todos sus aspectos imaginables.

El estandarte, ajado y desdeñado por otras líneas de acción, persiste, tozudo, en salir a la luz una y otra vez. Cuando algunos piensan que esta publicación ya está próxima a expirar, volvemos. Cuando suponen que se trataría de un efímero amor primaveral, acá estamos, seis años después.

Siempre hemos reclamado, y lo seguiremos haciendo, por la democratización de la palabra en los medios. Consideramos muy correcto a toda esa línea de pensamiento y acción. También debemos ampliar la aspiración ética para reclamar la transparencia institucional a la hora de asignar las benditas pautas oficiales; ello redundará en un mejor periodismo, o al menos mejor definido en sus contornos, y permitirá echar blanco sobre negro respecto a qué tipo de producción en tal sentido se privilegia desde los órganos oficiales, indistintamente del color político de turno. Caso contrario, seguiremos estando presos de contradicciones e hipocresías que prosiguen dañando la imagen de muchos comunicadores entre el conjunto de la sociedad.

El derrotero de estos seis primeros años de Huellas…

 Luego del anterior pequeño estado de situación, tanto de Huellas como de sus horizontes de lucha en sí, se debe recordar los duros cambios de etapas institucionales, económicas y sociales acaecidas durante el período atravesado por nuestra existencia en tanto colectivo periodístico.

Desde el “nostálgico” camino declinante del último año de gestión kirchnerista, lleno de patios militantes y un incremento sostenido del odio hacia éstos por parte de una mitad –o más- de la sociedad, devenimos en el nuevo asalto al poder político nacional, concretado por el neoliberalismo y todas sus secuelas dantescas para vastos sectores del pueblo argentino. Y así las cosas… y sus dramas de nunca terminar, hasta llegar a este presente de pandemia, bajo un gobierno más atado que libre a causa de las circunstancias coyunturales que le toca atravesar.

En este punto, se vuelve a la aseveración que se incorporó más arriba: Estamos condenados a caminar con más dudas que certezas. Las buenas intenciones abundan, aunque también se recula en chancletas en más de una ocasión; la potencia de aportar soluciones de corto plazo están a la orden del día, pero es imposible vislumbrar un proyecto integral de país a mediano plazo, sencillamente porque no se ve aún qué intereses serán afectados para montar la maquinaria necesaria para que comiencen a funcionar los engranajes de un país con más empleo genuino y bien remunerado, en el contexto macro que nos toca vivir, por un lado; y en la no muy intensa fortaleza gubernamental para hacer proa hacia un horizonte bien definido, por el otro.

Y entonces, ¿Cómo se sigue?

Por esos intersticios hemos venido caminando y, casi por decantación, dejado nuestras “Huellas”, a pesar de adversidades varias y de la constante “inclemencia financiera” que soportamos con un alto grado de estoicidad, y que a la luz de nuestra experiencia, ya parece no tener solución de continuidad.

Entre relámpagos, como reza el tango de Discépolo que acompaña con unos versos a esta columna editorial, continuamos ofreciendo esta herramienta periodística, siempre reflexiva, para que se puedan expresar diversas voces. No esquivamos el contrapunto ni a los debates; procuramos articular con construcciones socioculturales de base para transmitir dichas experiencias y resistencias… y aunque estos granitos de arena, finalmente encuentren su morada final en una inmensa playa, o incluso en el fondo del mar, siempre valdrá la pena mostrar a la sociedad que levantamos testimonio, que existen otros modos de transitar esta senda de las informaciones, aunque el costo que muchas veces pagamos por la osadía de no ser de aquí, ni ser de allá… sea elevado.

Daniel Chaves
dafachaves@gmail.com