Comenzar todo de nuevo

Escribiré mi última columna editorial que proporcione un análisis, una mirada y un sentir respecto a nuestra política vernácula, al menos en lo que resta del presente año cada vez más autopercibido, en dicho micromundo, en términos de “batalla” electoral. Y no necesariamente –o en absoluto- en disputa de ideas.

Aquí dejaré sentada lo último que me va quedando, aún, de mi ronca voz comunicacional en medio del maremágnum de violencia, mentiras, recortes de la realidad alevosamente perpetrados de acuerdo a los intereses sectoriales de quien lo emita (eufemismo de más mentiras bajo el pretexto de las “medias verdades convenientes”), y sobre todo, un incremento ya desaforado del cuadro de violencia social que podemos experimentar hasta en pequeñas situaciones de nuestra cotidianidad urbana y suburbana, universo geográfico que, esencialmente, nos ocupa en esta publicación.

Hace más de 86 años, Miguel Unamuno culminaba su memorable respuesta al general Millán Astray y a su turba de uniformados nazi-fascistas, a quienes el pensador y por entonces rector de la universidad de Salamanca, les espetó que consideraba “inútil exhortarlos a pensar en España”. Y así se cumple aquella máxima, en efecto, cuando las etapas de una o toda sociedad se vislumbran tan difíciles como aciagas. Cuando, entre los responsables directos, los cómplices activos y los que también lo son con su interesado silencio ante algún hecho de gravedad, se incluye a la mayoría de nuestra dirigencia política… es tiempo de desensillar hasta que aclare, diría alguno que sabía mucho de todo ello. Y esto en caso de que esa claridad en el horizonte acontezca en un corto, o incluso mediano plazo…

En medio de internas que bastante poco tienen de interesantes, donde no se debate públicamente siquiera en una mínima profundidad los modelos de país que se pretenden llevar adelante (o al menos intentarlo, collar de apriete canino del FMI mediante); donde cada día más, lo único que trascienden son eslóganes, en muchos casos rayanos en técnicas elementales de autoayuda o aforismos reconvertidos en toda clase de chicanas… en medio de severos cuadros de crisis institucional en diversas provincias de nuestra patria, con responsables –e insisto en esto- complicidades por acción u omisión de muchos de los que aseguran estar en la “vereda de enfrente” de quienes desencadenaran cada problemática o crisis según corresponda a distintas regiones… desde aquí aún se intenta parar la pelota y aportar un pequeño espacio para la reflexión. Por cierto, en paz. Que a esta altura, ya no es poco.

Ello en medio de un desfile de roscas y acuerdos a espaldas del grueso de la sociedad, cada día más desentendida y desinteresada en otros temas que no sean sus voracidades por el consumismo de toda índole y categoría… menudo marco en el cual, aquellos pocos y pocas que rechazan y resisten a ese statu quo político, judicial y empresarial (con los grandes multimedios a la cabeza del sostenimiento de tal paradigma de construcción y disciplinamiento social) son cruda e implacablemente perseguidos. Los futuros parias del “sistema”, gracias a las sesudas averiguaciones que muchas de las empresas efectúan sobre participaciones y militancias diversas de cada integrante de su personal o eventuales candidatos a un puesto de trabajo.

En tamaño contexto, donde algunos actúan con semblante preocupado y, con algo de suerte, responden con un comunicado o un enojo y algún emoji de caritas tristes a través de alguna red social en internet… en tal marco, sintetizando, es que escribo mi última columna editorial sobre estos aspectos de nuestra política nacional. Ya está. Considero inútil seguir exhortando a una convivencia pacífica en democracia, que a una apreciable porción de la sociedad no le interesa, a otra parte le exaspera incluso tal posibilidad, y no faltan aquellos que, desde posiciones de poder (y no político en este caso) mueven todos sus hilos para pauperizar estas cuestiones, y abonar el terreno para autoritarismos claros y duros que, sólo quizás, tarde o temprano llegarán, avalados como toda la vida por seres humanos de minúscula estatura moral y nulo sentido de la hermandad, la igualdad y menos aún, la fraternidad entre semejantes.

Comienza otra etapa desde la pluma de este comunicador

Seguramente será una etapa más centrada en otras temáticas, también trascendentales para el desarrollo de la vida social y la dignidad más esencial del ser humano. Una etapa para acercarse más a quienes, en clara minoría, ofrecen su tiempo y su pellejo para ayudar al desvalido, a los pobres que nos multiplicamos por toda esta bendita tierra de desigualdades y atropellos aún irresueltos tras dos siglos de vida, al menos parcialmente, nacional.

Acaso sea una etapa para explorar y profundizar en otros caminos que tienden hacia un destino del buen vivir, del cuidado de nuestra tierra, y de la defensa de nuestro bien común, sin distingo de banderías político partidarias.

Ahí me encontrarán quienes así lo deseen, editorializando, describiendo desde los bordes del sistema… pero del otro lado de la línea divisoria. Siempre junto a los nadies. Esos nadies que no saben de viajes, ni de aumentos salariales por paritarias, ni de estabilidad laboral ni previsibilidad hogareña alguna, y sin embargo nos volvemos a levantar una y otra vez, indistintamente de las directrices más favorables o más perturbadoras que recaigan sobre nosotros desde las altas esferas del poder de turno, visto éste como una totalidad pretendidamente omnipotente y cuna de ilimitadas vanidades y no pocos héroes a mitad de camino.

Desde la “no-tierra” de los nadies, que he escogido para habitar desde hace muchos años, comienza a reportarse quien suscribe, a la búsqueda de otros desafíos, descubrir pequeñas resistencias, explorar territorios de múltiples y humildes dignidades… y desde ahí… comenzar todo de nuevo.

Daniel Chaves
dafachaves@gmail.com