Coaliciones

Caído en el de la peluca por heridas autoinfligidas en numerosas apariciones, gestos y despropósitos que expusieron su despreciable criterio político, quedan sin embargo muchxs gerentes en disputa por la empresa multinacional que buscan controlar al gobierno local.

Esto es, personajes de Diego Capusotto elevados por la prensa a fiscales de la patria, elencos estables de la televisión paga, momias y otros esperpentos sacados de sus baúles y castillos, privilegiados para disparar rencor contra el peronismo y todas sus variantes (en especial el de la gran mujer que los pone en su sitio).

Mientras tanto, los verdaderos dueños de la tierra (robada a los pueblos que la habitaban antes), de las industrias concentradas (a fuerza de otros genocidios históricos), de proveedoras del Estado (con sus coimas y negociados privatizadores de lo social) y largos etcéteras, siguen limando los salarios y las jubilaciones, apuntando a los planes y subsidios como los “males” del país.

Hay en nuestro gobierno, quienes son más sensibles que otrxs para estos lamentos de los poderosos. O que temen ser ejecutados mediáticamente cuando dejen sus cargos y guardan celosamente sus biromes.

He visto cómo un ministro (no importa cuál) se acercaba a un comedor barrial y cuando vio a una señora amputada de una pierna en una silla de ruedas, lo primero en identificar y preguntar fue qué necesitaba ella para caminar, y se aprestó a resolverlo… y este mismo funcionario, cuando habla con unas madres que gestionan con sus planes un merendero, aplicar toda su red de soluciones para sumar alimentos y recursos, recibir todas las cartas y pedidos con humildad, como pidiendo disculpas por tanta necesidad postergada, en ser abrazado por todxs lxs pibes que llegan para una foto y no esquivar las manos que se acercan con problemas y se despiden con abrazos. Eso mientras atiende el celular, y está atento a la distancia, decidiendo otros problemas de la cartera. Esto me da esperanzas por los que realmente usan la lapicera para lo que es debido.

Estos son días de movilización y debate en la calle sobre la agenda del pueblo trabajador. Hay quien le echa la culpa de todo al gobierno, reclamando lo que calló durante el macrismo (cuando llovían planes… cerca de las elecciones). Y llenan la Plaza de Mayo con banderas que dividen.

Pero también estamos los que, con diferencias y discusiones abiertas, juntamos nuestras broncas y las transformamos en agenda propositiva: reducción de la jornada laboral, empresa nacional de alimentos, estatización de la Hidrovia, control de precios, básico universal para los que no puedan acceder al mercado laboral, que la deuda la paguen los que la fugaron… Un programa de emergencia para salir de esta crisis de endeudamiento y guerra económica de los que se apropiaron del país contra sus habitantes.

Y para ese programa sumamos voluntades y apartamos disensos. Sin importar la identidad y la forma organizativa, buscamos construir mayorías para darle músculo a un gobierno que sabe poner la voz de dignidad en los foros internacionales, pero que está buscando una fuerza decisiva para ponerle freno a los ladrones internos, sus jueces, sus mercenarios de la prensa, una oposición golpista y esa amarga sensación de que no llegamos, de que no podemos.

Un programa de crisis requiere de fuerza organizada para sostenerlo. Y siempre será posible avanzar mientras nuestra coalición, con todos sus matices y contradicciones, siga gobernando.

En la otra vereda sólo hay cuchillos para destazar todo lo que huela a pueblo y derechos.

Gustavo Zapata
gustavo.zapata@huellas-suburbanas.info