
25 Abr Causas y orígenes
No me interesa (y perdón por privilegiar mis intereses, en estas circunstancias), referirme al Coronavirus en sí mismo. Aunque, de hecho, son tantas y tan variadas las “historias” acerca de ellos (los virus) que no estaría nada mal aportar algunas precisiones. En especial para evitar dichos tan inapropiados como “el virus muere” (nada que no tenga vida puede morir, obviamente; y los virus son estructuras muy especiales pero que no pueden considerarse seres vivos típicos, por lo cual es bueno, sobre todo cuando se comunica a niñ@s, hablar con propiedad. O, al menos, con más propiedad. Y decir, en todo caso: “los virus -nunca vienen de a uno, son más bien “patoteros”- se desactivan”).
Esta pandemia infecciosa está poniendo de manifiesto muchas cosas. Y reclamando conciencia (de tod@s, pero especialmente de algun@s que deben tomar decisiones) sobre asuntos delicados. Como la propiedad, los bienes, los derechos individuales.
Mi intención (mi propuesta al editor, en realidad) es reflexionar sobre las causas de algunos fenómenos -sociales o socioeconómicos y políticos, tal vez- y sobre el origen de “algunas cosas” -construcciones también sociales, podríamos decir-.Tal vez, si se pudiese hacer una consulta (Dios nos libre si fuese vinculante) sobre el derecho de los gobiernos, de las autoridades, a exigir un aporte (llámese impuesto a la riqueza, o como se prefiera), tendríamos una sorpresa. Much@s de nosotr@s no reconocemos evidencias. Y a lo mejor no sirve señalarlas ahora.
¿Por qué? ¿Por qué, justamente ahora, Edmundo? ¿No ves que hay mucha gente preocupada por cómo resolver sus necesidades más básicas -el alimento y el calor, porque se viene la temporada fría-? Y otros ocupados en conservar lo que tienen (lo que incluye no dejar de acrecentarlo), particularmente los bienes financieros, la guita para ser más directos… Y algunos gobiernos están decidiendo cómo ocuparse de unos o de los otros.
No voy a tomar posición. Debe haber posiciones más extremas que las de Jair Bolsonaro y las Alberto Fernández, las de Donald Trump o Xi Jinping. Pero algunas tienen “soportes ideológicos” interesantes. Que convendría analizar desde una reflexión acerca de “las causas de las riquezas” y “el origen de la propiedad de la tierra y/o los inmuebles”.
Un temita complejo, porque quien se mete en estas honduras terminará quedando escrachado por “zurdo”.
Personalmente, tengo una ventaja: Soy inimputable…
Pero, vamos, veamos algo de todo esto.
Buena parte de las fortunas, quiero decir de las “grandes fortunas” (lo que no es lo mismo, porque los ceros, a la derecha, importan mucho y si en lugar de pesos son dólares o euros o libras esterlinas, aun más). Quienes tienen 1.000.000 pesos (o dos), no son “millonarios”, porque el peso no vale nada, ni siquiera vale los 0,01 U$S de dólar que muestran las pizarras de las casas de cambio.
Para ser millonarios hay que tener miles de millones de dólares o euros. Y tenerlos “a salvo”, es decir, allí donde no pueda llegar el brazo de ninguna “Justicia terrenal”. Por eso, los multimillonarios recurren a cuentas bancarias en los llamados “paraísos fiscales”, países que se conservan “protegidos” -incluso militarmente- resguardando esos dinerillos y también la información acerca de sus verdaderos propietarios.
Y aquí viene otra manera de ser “propietario” es decir, “DUEÑO”. No olvidemos que en este mundo de grandes cambios, hasta no hace demasiado tiempo, algunos hombres (es decir, individuos de sexo masculino) se sentían (y se decían) “dueños” de “su” mujer y de “sus” hijos.
Además de ser dueños de los milloncitos, guardaditos en lugares seguros, algunos seres humanos (mucho más humanos, creen ellos, que los derechos que no aceptan en manos de los pueblos) tienen propiedades, es decir, principalmente, impresionantes extensiones de tierra (tierra “sana”, es decir, no contaminada). Miles y miles de hectáreas (que también se pueden negociar por edificios).
Y aquí viene el otro tema. ¿De dónde provienen esos manguitos y esos lotecitos? ¿Cuál es el origen LEGAL de esas tenencias?
Obviamente, si vos, “pobre hijo de madre viuda” (¡qué expresión “terrible”!), de padres pobres, o de “padre desconocido”, no recibiste una herencia significativa, siempre serás un pobre gato o una pobre gata (nadie se me ofenda, por favor…). A menos que:
- Le metas la mano en el bolsillo a otr@ (cuando hablamos de “bolsillo” no decimos literalmente ese saquito o bolsita que tienen algunas ropas). Si vos lográs no pagar los impuestos que debés o te quedás con lo de los deudores que no pueden pagar -generalmente en críticas circunstancias-, ahí sí “vas a hacer plata” “no trabajando”.
- Si usurpás –no un humilde ranchito abandonado- sino las propiedades de las ancestrales comunidades indefensas -para algo hemos impuesto la noción de que hay razas y culturas superiores-, o te ocupás de cuidarles los campitos a quienes los “han hecho alambrar” antes –siempre te van a tirar un huesito-, allí sí serás un “latifundista respetable” o al menos un “terrateniente como la gente”. Sin la necesidad de “comprarla con el sudor de tu frente” ni tampoco trabajándola para producir alimentos buenos y baratos para tus vecinos.
- O, seguro hay otras “fórmulas del éxito” (el narcotráfico, la “trata de blancas” o de órganos…, pero, esos modos están muy claramente caracterizados y penados por la Ley. Por tal motivo, una muy clásica es pagar salarios miserables a “tus” trabajador@s, o no aportar para sus jubilaciones… que dicho y sea de paso, legalmente, también son bien miserables.
En definitiva, en la hora actual –más que antes- hace falta disponibilidad de dinero contante y sonante. Y nadie va a ofrecerlo, gentilmente, porque le sobra. Habrá que reclamar aportes, decomisar, expropiar. Y para eso, será necesario discutir y difundir sobre estas cosas.
Bueno, ya me siento mejor. Creo que he dicho lo que necesitaba. Y sólo muy poc@s no sabían… Pero, desgraciadamente, entre l@s muy jóvenes, o mejor dicho, entre algun@s de los muy jóvenes o eternamente inocentes, estos temas son tabúes, más que los incestos y la masturbación.