Carne y oligarquía

(Una historia de explotación y sometimiento)

En 1811 comienza a desarrollarse la industria del saladero que producía el tasajo, que era el segundo producto de exportación de origen bobino. Recordemos que el primer producto de exportación era el cuero y lo demás se despreciaba, tal es así que durante la colonia en la campaña matar una res para comer no era delito siempre y cuando se dejara el cuero.

El tasajo o carne salada también llamado charqui  era un producto de exportación consumido principalmente en Brasil, el sur de EEUU, Cuba o la India por la población esclava. Muy cotizado, tenia excelente precio de venta.

En Argentina, Uruguay o Europa se comía carne fresca. Por lo tanto, como no había buques frigoríficos, la única manera de exportar ganado a Europa era en pie, lo cual era bastante dificultoso y caro. Además, el ganado predominante en aquellos tiempos era la conocida vaca criolla, la cual era de carne dura, con el tiempo se traerían al país las variedades: Aberdeen Angus, Hertford y Shorthorn muy apreciadas en todo el mundo.

Otro producto de exportación era el cebo, pero este tenía bajo valor y no formaba parte de los negocios importantes.

La primera junta de gobierno detecta que, producto de la exportación de tasajo,  había escasez de carne para la población de la ciudad de Buenos Aires, lo cual además hacía subir su precio de manera descontrolada, entonces le reclama a los dueños de los saladeros que tomen medidas y que abastezcan el mercado local  y luego exporten lo que sobra.

Ante las excusas de los “saladeristas” principalmente los más importantes de origen inglés, la Primera Junta de gobierno toma una medida radical: interviene con una guardia armada los saladeros. Desde ese entonces y hasta 1818 aproximadamente, el problema del abastecimiento y el aumento de precios estuvieron controlados.

En 1818 los problemas vuelven a resurgir. La ciudad de Buenos Aires consumía alrededor de 50.000 vacunos anuales a razón de una vaca por año por persona, pero se faenaban 186.000 animales destinados a la exportación. En 1818 los “saladeristas” más importantes eran: Rosas, Terrero, Dorrego; Anchorena, Hudson, Villegas y Pueyrredón, que tenían campos, ganado, saladeros y barcos para el transporte, lo cual les daba relativa independencia.

Los problemas de 1818 tenían su origen en que en 1816 el gobierno nacional, muy necesitado de divisas por la doble guerra que sostenía en el norte y en Cuyo por la independencia, y en el litoral con los caudillos, había bajado los derechos aduaneros, mientras el comercio local pagaba impuestos cada vez más altos. Suponían que bajando los derechos aduaneros aumentarían las exportaciones y esto derivaría en más ingresos al fisco.

Lógicamente, aumentaron las exportaciones, pero había escasez y carestía, ante esto se intenta cambiar el sistema de comercialización: se decide vender la carne, no por pieza como era la costumbre, sino por peso y con diferenciación de cortes y calidades. Esto tampoco resulta en un beneficio popular, como era de esperarse, ahora se vendía lo mismo, la exportación era más negocio y si antes la carne era cara por pieza, ahora era cara por kilo.

Luego el Director Supremo Pueyrredón (estanciero y ganadero) (1816-1819) el 28/3/1818 explicaba su desazón ante la carestía y escasez de carne para la capital (Buenos Aires), y las clases menos pudientes, al no saber el origen de tal situación y la inobservancia de los antes decretado (cortes, precios) acudía a la consulta popular para hallar una solución.

O sea, Pueyrredón inauguraba una forma de gobernar muy popular desde ese entonces, y es la de hacerse el que no sabe por no usar términos más groseros.

Bernardino Rivadavia, en 1821 va dar un paso más en el liberalismo, planteando liberar de todo cargo a la extracción de carnes que se haga en barcos nacionales, y un cargo de 2 reales por quintal en los barcos extranjeros. Lo cual obviamente aumentaba las ganancias de los “Saladeristas”, los cuales mejoraban sus ganancias pero aún con eso seguían restringiendo al mínimo posible las ventas al mercado interno.

Durante la presidencia de Rivadavia, el 4 de mayo de 1827 se establece que hasta fin de año  la carne se venderá a precio fijo y al peso. El 27 de julio de 1827 el Congreso General Constituyente (el de la Constitución unitaria de 1826, rechazada por las provincias), establece un impuesto sobre la extracción de carnes (exportación), pero el 17 de septiembre de 1827 la Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires (ya no había autoridades nacionales por la renuncia de Rivadavia, López y Planes y la disolución del Congreso), dispone la revocatoria de aquellas medidas.

En 1829 la misma Junta dispone gravar la salida de frutos del país, pero sin mencionar las carnes saladas.

Como dice el refrán “De aquellos polvos estos lodos”, el poder político termina siendo dócil a la voluntad de los hacendados y salvo en contadas ocasiones, el poder político logró sólo parcialmente poner en caja a nuestra oligarquía vacuna. Va siendo hora que alguien le ponga el cascabel al gato.

Informe Pablo Reid

Gabriel Sarfati
gabriel.sarfati@huellas-suburbanas.info