“Cada vez se necesitan cubrir más necesidades muy básicas en los barrios”

Entrevista a Lucas Spinosa, integrante de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular

Realizada conjuntamente por Roberto Coluccio y Daniel Chaves

Lucas Spinosa 33 años, es sociólogo egresado en UBA, cursó sus estudios secundarios en el tradicional colegio Manuel Dorrego de Morón. Oriundo de Ituzaingó, es militante del Movimiento Evita e integra la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular). Acumula una intensa experiencia y formación política, visitó la redacción de Huellas Suburbanas, y entre mates y algunas facturas, expuso una rica mirada no exenta de matices para la reflexión y una sana polémica, así como un panorama específico de la economía popular, su participación tanto personal como desde sus raíces familiares en el citado sector productivo, y algunos pormenores inherentes al presente del campo nacional y popular.

¿Cómo llegás a la CTEP, y cómo está la situación de la economía popular en el escenario socioeconómico actual?

Muchas veces participé de espacios pero me costó mucho sentirme parte de una organización, así fueron mis inicios. Hace algunos años empecé a participar del CEL (Centro de Estudios Laborales), un espacio más bien reflexivo que produce algunas acciones. Yo ya venía teniendo vínculos con compañeros del Movimiento Evita, desde la interacción en tareas en el Plan Fines. Luego terminé participando en la construcción del Movimiento Evita en Castelar Sur. Es una estructura bastante grande, que ofrece varios frentes a cubrir. Y quizás desde mi experiencia personal y mi formación, me llevó a inclinarme hacia el lado de la CTEP.

Explicános aquello de “desde tu experiencia personal”…

Sí, claro, fui un trabajador de la economía popular, con mi viejo aunque sin utilizar ese concepto. Viví esto de inventarnos permanentemente el laburo. En esos contextos toda la familia acompaña. Uno de esos emprendimientos fue el reparto de galletitas y golosinas; arrancamos con distribución de alfajores y se fueron incorporando productos, hasta convertirse en una especie de empresita familiar. Me gustaba y lo hice durante 10 años.

¿Cómo está la calle ahora, en esta zona de Morón?

La calle está complicada. Desde mi ojo de vecino noto cierta desorganización de la vida social. Por un lado la gente tiene el ánimo apesadumbrado, y por otro se notan las dificultades. Además, y en esto el contexto debe contribuir, pero también es el funcionamiento del mismo sistema, que genera que vayamos perdiendo el espacio público. Vamos perdiendo el caminar por la calle, el pararse a charlar con el vecino cuando hacemos las compras… cuanto más humildes son los barrios, menos se pierde este aspecto, y no es un halago sin sentido a las clases populares, realmente pasa eso. Es como un foco de resistencia, todavía. La pileta está en la vereda, el asado se hace en la vereda, y eso es una resistencia a la pérdida del espacio público. Así y todo, nos vamos metiendo hacia adentro, el ascenso social tiene esto, el sistema nos va cerrando.

¿Y desde el aspecto laboral?

Es cada vez más complejo. Nosotros, en los barrios, cada vez más necesitamos cubrir necesidades muy básicas; se multiplican los merenderos para los pibes… es decir, hay una franja social que está muy complicada, que no consigue laburo y no lo va a conseguir. Cuando hablamos de los 90 es más que el disciplinamiento social a través del trabajo: es también el disciplinamiento de los estados de ánimo, de las autoestimas, de los proyectos familiares. No hay proyección, y así es muy difícil emprender cualquier cosa. Creo que es lo más grave que produjo el neoliberalismo. Y creo que hay una franja que se está arrimando a eso.

Estás describiendo situaciones de los años 90 que son muy fuertes, porque exponés cómo una política puede no fomentar habilidades en una población…

Las políticas de Estado, las instituciones, la militancia producen determinados sujetos. A veces perdemos de vista eso. Cuando uno ejerce una praxis institucional, política, está produciendo sujetos también. El peronismo, por ejemplo y en sentido inverso al neoliberalismo, le cambió la vida al pueblo desde la participación política, generó unidad. Evidentemente el peronismo no es decirse peronista, así lo creo yo ahora. Pero un nene pobre, con las dificultades de la época en que emergió el peronismo, que eran tiempos de carencias más extremas, y vivió y gozó con esos cambios, es lógico que le hayan quedado en la memoria para toda la vida.

A nivel nacional, ¿Cómo está organizada la CTEP?

Podríamos definirla como una organización piramidal pero no en sentido jerárquica, sino en el sentido de que hay un Secretario General que es el “gringo” (Esteban) Castro y después otras instancias intermedias, lo provincial y lo distrital. Tiene más una dinámica de movimiento social. La particularidad que posee la CTEP es que está compuesta de muchas organizaciones. No es el Movimiento Evita solamente, está el MTE que integra Juan Grabois, está Seamos Libres, La Dignidad, hay organizaciones más chicas y de labores más locales, y eso también le otorga un carácter distinto: es como un paraguas debajo del cual confluimos distintas organizaciones que estamos abocados a una temática, intentando representar a un sector, pero que no siempre pensamos lo mismo. Y eso le da riqueza conceptual a la discusión.

Cuando te preguntaba por la situación de la calle lo hacía en función de la economía popular…

El trabajo de la economía popular está ligado a lo social y a lo familiar. Si pierde la economía formal, este sector pierde mucho más. Cuando alguien tiene que achicarse deja de comprarle al que vende en la calle, o deja de contratar al que viene a podar… nosotros, lo que intentamos es que ese trabajo sea digno, que pueda tener un ingreso básico con el que desarrollarse un poco más, tener seguridad social, aportes jubilatorios, estar sindicalizados… apuntamos a eso. Nos pasan dos cosas. Ahora hay una política de Estado que ejerce este rol en relación a la economía popular, y es que cuando no hay una base normativa que reconozca a ciertas actividades como trabajo, lo que se ocupa de eso es el derecho penal. Si nosotros no logramos que esté reconocido como trabajo desde el punto de vista legal, viene el derecho penal, dice “esto es un delito”, levantan a los vendedores, les abren una causa o a veces los mandan a hacer una tarea formativa. Es una decisión de Estado. Nosotros sabemos que es trabajo, el Estado actual sostiene lo contrario, así que es una pelea permanente. Si el trabajo es algo más que la relación de dependencia, podemos modificar la estructura normativa.

¿Cómo conviven, incluso articulan, con los sindicatos ligados al trabajo considerado formal?

Acá en Morón estamos dentro de la estructura de la CGT. Creo que somos la única secretaría que tiene la CTEP en el país. Nosotros tenemos la secretaría de Políticas de Empleo. Eso surgió porque trabajamos en el Foro en Defensa del Trabajo y la Producción, que convocó la Pastoral Social en Morón; allí está La Bancaria, la UOM y otros sindicatos más. Gracias a ese apoyo y acompañamiento, pudimos acceder a tener una secretaría en la CGT regional. Me parece que el mundo del trabajo logró entender esto que no entiende el Estado, que es que acá, en la economía popular, hay un núcleo laboral muy grande. Los compañeros se “caen” del mundo laboral, tienen saberes y pasan a la economía popular. El movimiento obrero siempre es la vanguardia, y como tal entendieron este cuadro de situación mucho antes que el Estado.

A nivel nacional tuvieron una fuerte participación en la última marcha del movimiento sindical…

Sí. Hay un vínculo con la Corriente Federal, con el sector de la UOM del “Barba” Gutiérrez, con Sergio Palazzo, Juan Carlos Schmid y venimos trabajando bien desde hace bastante. También con Pablo Moyano. Por lo menos compartimos un horizonte.

¿Qué evaluación podés hacer del derrotero político del Movimiento Evita en los últimos años?

En Morón, al igual que le sucede a la mayoría de las organizaciones del campo popular, siempre le fue difícil construir por fuera de Nuevo Encuentro, donde hay una matriz de verticalidad muy difícil de romper. Partimos de esa base, y al campo nacional y popular así le ha costado expandirse, más allá de algunas alianzas. Cuando somos gobierno, éste nos contiene a todos, tensionando pero todos adentro. Cuando no tenemos el Estado nos dispersamos, es algo natural, hay que barajar y dar de nuevo, ya no hay estructuras rígidas. En función de eso iniciamos una crítica hacia nosotros mismos y hacia ese proyecto, y empezamos a trabajar en un proyecto propio, a independizarnos cosa que no significa negar la estructura anterior. Fuimos parte y somos hijos de eso, del kirchnerismo. En ese contexto construimos la campaña electoral del año pasado. Como organización esto consolidó mucho al grupo, sostuvimos una campaña con muy pocos recursos, pudimos entendernos en la diferencia y posicionamos a Vanina Moro como una referente de la política de Morón, una compañera de gran experiencia y sensibilidad. El esfuerzo que hicimos como grupo militante nos permitió ganar una interna y luego contener esos votos (n. del Editor: En las elecciones legislativas de 2017 el Movimiento Evita impulsó la candidatura a senador nacional de Florencio Randazzo). Dimos el salto para poder tener un proyecto propio y ahora tener un camino común, como sucede con la nueva conformación del Partido Justicialista. Hay organizaciones que crecimos y nos estamos encontrando en esta confluencia.

¿Qué lectura hacés de la estrategia electoral llevada a cabo a nivel provincial?

Siento que la lectura es la correcta. El resultado electoral nos dio la razón en que la candidatura de Cristina (Fernández) iba a polarizar mucho más, y era contraproducente. Creo que no se la cuidó a Cristina. Tampoco creo que hayamos restado votos, no eran muchos los votos que teníamos para aportar. Mi conclusión sería que todos hicimos un poquito para perder, hubo mezquindades de todos lados y tiene que ver con un contexto de derrota y la falta de contención posterior.

Por último, ¿Es aceitada la relación con los gobiernos nacional, provincial, incluso municipal? ¿Hay canales de comunicación?

 Siempre hay canales. El que diga que no tiene que haber diálogo con el gobierno que está en ese momento, está mintiendo. Todos necesitamos tener un diálogo, tanto para hacer política como para ejecutar políticas públicas. Tenemos tensiones y tenemos diálogos. Es un gobierno, el de Cambiemos, que tiende a forjar diálogos irresueltos. Conversamos, y luego nunca termina en nada concreto. Presentamos proyectos de ordenanzas y el gobierno municipal, desde sus referentes legislativos, lo cajonean. Es muy similar a lo que sucede a nivel provincial y nacional. Ofrecen un diálogo que sirve, por ahí, para solucionar algo puntual pero no para profundizar, y es lógico que así sea, se trata de un gobierno al que no le interesan las organizaciones populares, no gobierna para el pueblo, así que yo no espero que amplíe derechos, sencillamente porque no lo va a hacer. Nosotros estamos en permanente movimiento, tenemos que estar siempre en la calle, en el territorio, porque en este contexto se necesita sostener anímica y productivamente a muchísimos compañeros.

Daniel Chaves
dafachaves@gmail.com