Brasil en la lupa

Brasil «vuelve» a las urnas el próximo domingo 7 de octubre. ¿Cómo se perfila la elección brasileña, después del golpe parlamentario de 2014 y la avalancha de medidas antipopulares que implementó el régimen de Michel Temer, dejando al país en su peor ciclo de aumento de desigualdades desde la vuelta a la democracia? Lo menos que podemos decir es que la situación es tan ambigua como incierta en el plano electoral.

En primer lugar, y es una muy buena noticia, es importante subrayar que la ciudadanía brasileña está activa. No era así unos meses atrás. Las recientes movilizaciones del 29 de septiembre en torno al lema #EleNão, han colmado las calles de las grandes ciudades brasileñas. El movimiento feminista ha sido central en eso. Estas movilizaciones se enfrentan con otra ola ciudadana, muy heterogénea y rabiosa, que promueve abiertamente una sociedad de privilegios, de exclusiones y de negación de los derechos. Si bien estas posturas ya estaban asentadas en Brasil, se han consolidado en el caldo de cultivo del colapso brasileño de los últimos tres años. En general, la crisis social, la corrupción del sistema político y la disputa entre grupos criminales han dado argumentos a los métodos promovidos por la extrema derecha y los militares.

En segundo lugar, dos figuras principales van sintetizando claramente esta coyuntura electoral. Jair Bolsonaro (extrema derecha) por un lado, Fernando Haddad (centro izquierda, ex gobernador de São Paulo del PT) por otro. La variabilidad de las encuestas refleja la volatilidad del contexto electoral (en todo caso, es siempre prudente distanciarse un poco de ellas). Sin embargo, podemos destacar algunos puntos sobresalientes. En los últimos días, pese las amplias movilizaciones, Bolsonaro creció 5 puntos en las intenciones de voto (31% de las intenciones de voto), mientras Haddad sigue relativamente estable (21%). La divisoria anti-petista se ha acentuado, no sólo por las nuevas evidencias que el juez Sergio Moro agregó a la investigación judicial dirigida en contra del PT (declaraciones del ex-ministro de finanzas Antonio Palocci), sino también por una mayor habilidad de las militantes de Bolsonaro a la hora de asociar la presencia del PT a un retroceso democrático. La consigna de necesitar un «apoyo amplio» para evitar que vuelva el PT parece estar funcionando. En las últimas semanas, algunos apoyos al candidato Geraldo Alckmin han cambiado de campo para sumarse a las filas de Bolsonaro, así como también una parte de la famosa banca ruralista.

Frente a la gestualidad «militar» de Bolsonaro (amplificado por el ataque con arma blanca que sufrió el 6 de septiembre), la estructura del PT está lejos de presentar una propuesta sólida. Por un lado, Haddad no es una figura totalmente aceptada dentro del partido y varios elementos indican que Lula eligió un candidato de menor influencia para mantener su hegemonía interna. La profunda línea divisoria pro y anti-PT, en telón de fondo de la proscripción abusiva del líder del PT, obliga a Haddad a elevar propuestas más radicales, pero también más dogmáticas. Por ejemplo, la idea de un proceso nacional constituyente (irrealista en el contexto actual), la absolución de la condena de Lula (deseable en teoría, pero delicado a poner en primer plano dada la polarización electoral), la solidaridad incondicional con Nicaragua y Venezuela (el gobierno del primero se ha convertido en un régimen represivo que muchas izquierdas optan por proteger). Para elevarse a la altura de los retos del país y de las complejidades electorales, Haddad debería poder afirmar su propia personalidad de modo más federativo y centrista e instalar una salida inteligente de los elementos de crisis que su partido ha contribuido a instalar.

Si sigue creciendo esta polarización, existe una chance de que Bolsonaro esté elegido a la primera vuelta este domingo 7 de octubre. De hecho, a cuatro días de la elección, el PT ha emprendido recalcular algunos datos de su estrategia. En el caso de una segunda vuelta, la intensa reactivación del debate democrático que se está dando en Brasil daría una chance para Haddad. Éste último es sin lugar a dudas el candidato más razonable y preparado para tomar las riendas de Brasil. Pero su éxito dependerá quizás más de su relación con la pujante ciudadanía que con las inercias de su partido.

Francois Soulard
francois@rio20.net