Un bello gol para descontar en el marcador

Por: Daniel Chaves

Lo urgente

   El primer paro general contra el gobierno que encabeza Mauricio Macri tuvo un alto acatamiento en todo el país. La CTA habló de una adhesión en torno al 90 por ciento; la CGT, con frecuencia más cauta que la primera, la calificó como “contundente”. Como era previsible, desde el gobierno afirmaron lo contrario, e incluso demonizaron una vez más al conjunto de la dirigencia sindical. Pero el gol ya estaba clavado al ángulo.

Se trató de una importante demostración de fuerza de una clase trabajadora, harta de tantas medidas económicas y laborales en su contra, persecuciones políticas y carestía de la vida en general, que movilizó la decisión de la dirigencia sindical para concretar una acción largamente reclamada. En las próximas semanas se podrá dimensionar el efecto que generó en el gobierno – y en el conjunto del frente Cambiemos en particular- a la luz de las decisiones que se vayan aplicando sobre nuestra realidad cotidiana.

Sensatamente, Hugo Yasky desde la CTA de los Trabajadores consideró que “el país plebiscitó, con la adhesión al paro, las políticas de ajuste del gobierno”.

Pelotazos en contra

En la jerga futbolera deberíamos afirmar que aún “no le ganamos a nadie” y que, frente al desmembramiento –y desgarramiento- visible entre el conjunto de la oposición política al gobierno conservador neoliberal, el camino a transitar continúa minado de sorpresas y promete “desayunarnos” más de un sinsabor ligado en buena proporción  a desaciertos propios y no tanto a los logros que pueda concretar un oficialismo tenso, al cual probablemente le vaya quedando por delante la radicalización de la represión a todas las formas de repudio y expresión social contrarias a sus políticas de vaciamiento estatal, el apriete al poder judicial que no acepte “integrarse al régimen” por plantearlo de algún modo. Y depositar buena parte del futuro del proyecto neoliberal en el sofisticado y permanente trabajo psico-socio-cognitivo que realizan los grandes medios masivos de comunicación.

El golpe de escena surrealista, no tan extraño al fin de cuentas, que confronta en toda la línea contra el malestar de las clases populares, reside en una gruesa porción –probablemente aún más importante de lo que suponemos- del electorado, que otorga su respaldo a las políticas que viene aplicando el gobierno –y seguramente a las que vendrán. Seguirán apoyándolo contra viento y marea, entre convencidos y frenéticos.

El baño de realidad lleva a observar que no estamos describiendo a una mera minoría marginal, a una “tribu urbana” de moda, sino a millones de ciudadanos movilizados, en esencia, desde su odio ancestral al pueblo humilde, mayoritario… y, ¡Horror!, en su gran parte, peronista.

Lo fundamental por sobre lo urgente

   Digámoslo de una vez: Hemos perdido el compromiso de pensar lo fundamental por encima de lo urgente. Dejamos, desde hace tiempo, abandonados en un rincón los “grandes temas”, programas, contenidos, un proyecto auto-sustentable de país que garantice desde el mediano al largo plazo. Las mesas de la rosca, las urgencias y apetencias de lo electoral terminan barriendo (cuando no dinamitando), cada vez de forma más terminante, con aquello que debiera ser esencial, hasta para pensarnos en términos de Nación.

Cierto es que muchas veces escuchamos aquello de “no es el tiempo”, que hay que resolver la coyuntura… pero sepamos que si realmente buscamos forjar una transformación más o menos desde los cimientos de la Patria –y menos que eso implica avalar la alternancia con quienes destrozan la nación en cada oportunidad que se les presenta- habrá que hincar el bisturí hasta el hueso. Incluso aunque tal cirugía pueda generar algún malestar o incomodidad entre los que se paran desde la vereda del pueblo trabajador.

El desafío de los que siempre están solos y esperan

   Complementariamente a las demandas del momento, siempre transitamos la “oportunidad exacta” para pensar y trabajar un poco más allá de la inmediatez. Esto es, recuperar una ética Nacional que nos permita trabajar con la vista enfocada rumbo al lejano término.

Desde lo coyuntural, el bloque neoliberal puede perder tanto como ganar elecciones. La paridad más o menos detectable en muchos distritos así pareciera confirmarlo. Y así puede ocurrir sucesivamente, en un escandaloso sendero sin aparente solución de continuidad.  Con un “detalle” del cual debemos tomar nota: Tras cada restauración conservadora el país queda cual tierra arrasada, y con compromisos contraídos a futuro, cada vez más complejos de desentrañar. Así las cosas, la alternancia nos llevará, casi irremediablemente, a un estadío nacional y sociocultural, probablemente también económico y financiero, del cual será harto difícil recuperarse.

¿Para qué esperar, acaso atrapados en un fatalismo, tamaño desenlace, cuando podemos comenzar a barajar y dar de nuevo, como sostenía en otros tiempos aquel viejo pensador que entendió lo Nacional “bastante” mejor que muchos de nuestros actuales dirigentes políticos?.