
14 Ene Axel renovador
Una de las novedades de la política argentina es la aparición de Axel Kicillof en la Provincia de Buenos Aires, quien logró recuperar para el peronismo un distrito clave en donde siempre le sonrieron los resultados electorales, pero en el que había que tenido que experimentar ser oposición en los últimos cuatro años. Sobre el hoy gobernador cayeron todo tipo de prejuicios cuando fue elegido candidato. Desde su supuesto desconocimiento del territorio de la Provincia, hasta su imagen muy “porteña”, muy “progre” para el conurbano. Lo cierto es que Axel ganó cómodo y fue la sensación de la elección. Pasemos ahora, a analizar sus primeros pasos como gobernador y los desafíos que enfrenta.
Ni bien empezó a gestionar sufrió su primer revés político, los intendentes y los legisladores de Juntos por el Cambio hicieron valer su mayoría en el Senado y le dieron la bienvenida a la gobernación dificultándole la sanción de la ley impositiva, lo que luego devino en una aprobación al estilo del macrismo: Guiño a los medios de comunicación y a los grandes terratenientes. Se jugó al ritmo de la oposición.
Sobre este traspié que sufrió el gobernador se hicieron todo tipo de interpretaciones, la mayoría referidas a la idea de su “inexperiencia” en la negociación y a no conocer los “códigos” de la Provincia de Buenos Aires. Pero quizás, la impronta de Kicillof sea otra: Ni buena ni mala, distinta a lo que conocimos en “la madre de todas las batallas”.
Bienvenido a la provincia
Sin duda Kicillof se muestra como algo nuevo, algo distinto con lo que se relacionó a la Provinciatradicionalmente. No sabemos si es o no su objetivo, no parecería muy preocupado por la situación comunicacional y de imagen. Si podemos analizar los hechos. Y lo cierto es que hay una estructura consolidada y una manera de hacer política que le quiere cobrar al gobernador lo que en el barrio se llama «derecho de piso». Y no es porque Kicillof venga de la capital, desde los tiempos de Eduardo Duhalde que no se ven gobernadores salidos de otro lado que no sea ese, sino porque tiene un modo de hacer política que no se parece en nada a las características con la que se ha juzgado a los dirigentes bonaerenses históricamente. No se vanagloria de la rosca, no tiene filtro para explicar las políticas y dirigirse a la oposición, no ha sumado a los intendentes al ejecutivo, no viene del peronismo aunque ahora si integre ese espacio, casi no tuvo relación con el Partido Justicialista. En resumen: No cumple con los canones con los que siempre se ha juzgado a los gobernadores de la Provincia. Vidal tampoco, es cierto, de hecho también se la quiso mostrar como algo nuevo, pero luego actuó como actuaron todos, alimentando ese falso argumento de que “la realidad de la provincia se come a los gobernadores”
Pero que esto que mencionamos sobre el ex ministro de economía no busque parecer una calificación positiva o negativa. No, es una descripción de lo que se ve y se escucha, de los primeros rasgos de Axel Kicillof gobernador.
Más arriba mencionábamos el favor que, llamado de Vidal mediante, los legisladores de Cambiemos le hicieron a los medios de comunicación. Esto nos ayuda a explicar la manera en que estos han confrontado con Kicillof desde que asumió. No hay nada de que sorprenderse: Cambiemos defiende los intereses que representa, sería ingenuo creer que del otro lado hay una oposición “constructiva y responsable”, aún a pesar de las múltiples internas que salen a flote.
Pero la relación del gobernador con los medios no es algo novedoso. Ser “el elegido” por Cristina tiene su costo, por ende es muy probable que vivamos un nuevo capítulo de la pelea Kirchnerismo-Clarín. Y esto también se explica por el contrapeso que tiene el perfil de Kicillof en relación a Alberto Fernández. Sus respectivas llegadas al poder responden a contextos distintos: Mientras el Presidente se muestra como garante de la “moderación” o del “consenso” hacia los sectores más poderosos de la economía, Axel es el sucesor de Cristina, y su candidatura también se gestó como contracara del corrimiento de CFK. El presidente y el gobernador representan las dos caras del Frente de Todos: Acuerdo en un contexto adverso, negociación y consenso para “salir con todos de la crisis”, y radicalización para contener a los propios y demostrar que hay un futuro más esperanzador que la mera subsistencia económica. El desafío de Kicillof es que pueda llevar su discurso a la realidad, sabiendo que recibe una Provincia híper endeudada, en lo económico, en lo social, en lo educativo y en lo sanitario. Deudas por todos lados.
Renovar desde abajo
En lo económico y social, creemos que Kicillof deberá gobernar junto a lxs intendentes. Ellxs le podrán aportar la cuota de territorio, realidad barrial, comunidad y cercanía con el pueblo. Insistimos con lo que decíamos antes, su chance de hacer una gestión positiva no se basa en mostrar una imagen de «renovación», sino en ser la renovación: En mostrar mejoras económicas, políticas y sociales sustanciales frente a lo malas que han sido las gestiones provinciales en los últimos años. Obviamente entendiendo el contexto económico de un país devastado
Esa mejora debe venir junto con las las organizaciones barriales y políticas de cada municipio. Romper con el verticalismo característico del statu quo bonaerense implica gobernar desde abajo hacia arriba, descentralizando y haciendo sentir la gestión provincial cerca de cada vecino y cada vecina. En una provincia tan diversa, tan rica en recursos, con tanta influencia económica a nivel nacional (más del 30% del PBI aproximadamente), pero a la vez con tantos problemas estructurales y coyunturales, resulta necesaria la llegada a los barrios, a los pueblos y a cada espacio público con un fuerte desarrollo de las comunidades locales. Desde lo económico, con la promoción de los mercados populares o el fortalecimiento de pequeñas y medianas empresas, hasta lo social, con el apoyo al trabajo de promotoras de género, espacios de lucha contra las adicciones o programas deportivos y educativos en los barrios, haciendo sentir a las escuelas parte de una transformación, incluyendo a las comunidades educativas en la gestión.
En lo político deberá tratar de sostenerse hasta las próximas elecciones legislativas con un escenario adverso en el Senado bonaerense. Para ello, tendrá que garantizar los acuerdos políticos necesarios para conseguir los votos de las leyes que pretenda, lo que debe hacer cualquier oficialismo, es cierto, pero el gobernador tendrá el desafío de hacerlo manteniendo un discurso mucho más fuerte y definido ideológicamente que el de Alberto Fernández, porque él es quien debe sostener la «épica» del kirchnerismo”, el señalado por Cristina para continuar con su impronta. Deberá negociar y a la vez mantener su nicho político/ideológico. Alberto no necesita de grandes definiciones, no necesita hacer kirchnerismo, él es el gran conciliador de un frente diverso, para lo otro ya está Cristina. En la provincia, Axel deberá hacer las dos cosas.
Axel Kicillof enfrenta una tarea titánica. Llegó a la provincia con un caudal de votos contundente y con una diferencia sorpresiva sobre quien era “la estrella” de Cambiemos. Ahora le toca ser el conductor de un proyecto político que saque a Buenos Aires de la crisis, y que empiece a mostrar todo su potencial. Tiene el desafío de terminar con el mito de que es un distrito “ingobernable” o “inviable”.