Atrapados, ¿Sin salida?

(Editorial de la edición N°20)

Por Daniel Chaves
   Jack Nicholson, en su eterno personaje que da brillo al film que por estas latitudes conocimos con el título “Atrapado sin salida”, nos revela un secreto a voces, no siempre atendido con el respeto que merece: Jamás hay que subestimar al enemigo.
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   Desde el campo nacional, no pocos compatriotas cayeron en esta trampa desde hace más de un año, en un intento por ridiculizar al macrismo para la chanza entre amigos. Mientras estos otros, junto a todo el bloque del poder económico concentrado y fuerzas del poderoso capitalismo transnacional, concretaba consensos corporativos acerca del qué hacer y cómo hacerlo. Lo hecho, hecho está. Ahora  hay que reconstruir todo de nuevo.
   Sólo que esa reconstrucción, deseada por todos, a un año de gobierno conservador, no termina de concretarse. Por el contrario, apenas se vislumbran los primeros destellos… a lo lejos.
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   La tozuda negativa a dejar en libertad a Milagro Sala tal como lo han pedido múltiples organismos internacionales, es una muestra cabal de la violencia que conservan en tanto recurso-no-extremo los guardianes de la “República para Pocos”, y permite advertir una feroz metodología que procurarán aplicar, desde ese sector, no sólo en la trastienda de un año electoral clave para sus aspiraciones de prolongación gubernamental por 8 o 12 años más, sino el recurso que desatarán en caso de no poder frenar el derrumbe financiero, institucional y hasta moral que han sabido construir en 11 meses. Prevalecer a cualquier precio, o arrastrar al conjunto del pueblo argentino hacia un nuevo abismo, es la disyuntiva del establishment en la lógica de ruleta rusa que vienen activando. ¡Buenos muchachos!
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   Si uno se guía por ese aquelarre a una orilla del camino, y en la otra costa titila un internismo que no para de estallar tan a destiempo como absurdo, las mayorías populares quedamos mareadas cual sobrevivientes de un naufragio en el medio del mar. El deseo de felices fiestas se convierte –una vez más- en un mínimo bálsamo para millones de compatriotas sumidos en la angustia y la desesperanza del que nada tiene, sólo para volver rauda y dramáticamente a la realidad, al día siguiente de festejar e ilusionarse por un mejor año y que como por arte de magia, la Providencia haga el milagro…
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   El Papa Francisco ha pedido en más de una ocasión que el pueblo luche por sus derechos. En paz, pero sin dejarse atropellar. Que “hagan lío”, esto es, que no nos conformemos con lo que nos quieran dar en suerte aquellos que viven robándonos la parte del león en todos los aspectos.
   Quien escribe estos apuntes en esta esforzada continuidad de Huellas Suburbanas que ya lleva dos años y veinte ediciones de autonomía periodístico-ideológica e intransigencia ante las tentaciones financieras que puedan haber –o no- asomado, entiende que ese “hacer lío” es ineludible, y que los movimientos sociales junto a vastos sectores del sindicalismo han sabido plantársele al neoliberalismo con las fuerzas que están a su alcance. Otros se sumarán incluso contra su propia voluntad y merecerán un lugar acorde a sus propias veleidades. La masa crítica que de algún modo acompaña a estos últimos, los empujará –y esto es inexorable, tarde o temprano- para combatir al bloque que sólo puede completar su faena aplastando por completo a la clase trabajadora argentina.
   Pero tal salida aún no muestra signos sustentables de concreción y perdurabilidad, aún en el mejor de los escenarios de corto y mediano plazo, que implicaría un reagrupamiento y en los términos arriba descriptos. Claro que ello no puede consolidarse hasta tanto no se le ofrezca a la sociedad un programa integral de gobierno, orientado esta vez desde los intereses de la clase trabajadora y suprimiendo esa verdadera monstruosidad que es la idea del “efecto derrame”.
   Un programa como el que el campo nacional no se preocupó por presentarle al pueblo argentino en las últimas elecciones, ni en las anteriores de término medio, y que huelga trabajar con total amplitud desde el vamos. Esos ejes realmente consolidarán un proyecto nacional robustecido y atractivo para las grandes mayorías. El fuego calienta desde abajo, y la vocación genuina para trabajar en tales directrices también se puede observar por esos senderos… el reagrupamiento por mera rosca, nos seguirá dejando más o menos lejos de la costa, flotando en una barca a la que los piratas del imperialismo que gustan de tomar por asalto lo ajeno, desguazarán cada día un poco más.
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   Claro que hay salida, pero para ello es tiempo de comenzar a des-atraparnos de nuestras propias taras organizacionales, recuperar lo mejor y descartar lo que no suma, aunque duela. Si nos encaminamos hacia ese rumbo, ahí sí que se les va a poner candente el panorama a los de la-política-del-garrote.