Análisis del discurso presidencial

Por: Mauricio Delpir

El presidente Alberto Fernández expuso en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación

Alberto Fernández dio un discurso inaugural en la apertura de sesiones del Congreso. Festejamos allí la lectura propuesta sobre la deuda externa, justicia y las medidas sanitarias. Todas ellas ajustadas a la problemática nacional. Pero vamos a analizar otra situación aquí, o aportar algunos elementos. El discurso del Presidente cambió, y veremos aquí cuáles fueron las condiciones para que eso pase. Vamos a ello.

El discurso inaugural de las sesiones ordinarias del Congreso supone el comienzo del trabajo legislativo. Desde este punto de vista, es un aspecto formal y solemne que da el marco de producción jurisprudencia. Así visto, parece un aspecto técnico donde el Presidente en ejercicio expuso sus propuestas para este año político, que no son espontáneas ni una ocurrencia matutina: es el resultado del trabajo entre todas y todos los políticos. Pero, ¿Es solo un aspecto técnico? ¿Podemos ver en este discurso de Alberto Fernández las redes del poder que producen un discurso determinado? Para ser más claros aún, ¿Puede un discurso no ser producto de la política misma y de sus conflictos internos? El filosofo Immanuel Kant puede venir a nuestro rescate.

Kant pensó, en su famoso libro “Critica de la Razón Pura”, las condiciones de posibilidad para desde el cual surgió la física de Newton. No es motivo de esta nota profundizar en ello, por lo cual solo mencionaremos el principal descubrimiento de este pensado: las condiciones a priori del conocimiento. ¿Cuáles concluyó Kant? El espacio y el tiempo: son intuiciones puras del conocimiento, de las cuales no se precisa ningún tipo de experimento ni demostración empírica. El espacio y el tiempo son las condiciones y el límite de la producción de saberes humanos. No percibimos el mundo como otro animal que no sea el humano.

Desde ese lugar, Michael Foucault pensó que esto que planteo Kant era una ilusión antropológica, que lo que habría que buscar eran las condiciones de posibilidad, es cierto, pero en clave historia. Es decir, el a priori no es lo humano, sino lo histórico.

Con estas dos cosas nos queda clara la pregunta que queremos formular: ¿Cuáles son las condiciones de posibilidad para que surja en el presidente Alberto Fernández una retorica nueva, como expreso en la apertura de las sesiones legislativas? ¿Por qué motivo el Gobierno se ve empujado a tener que adoptar un discurso más “cristinista”, más duro con la realidad? El elemento que necesitamos para hacer esta interpretación se llama ideología.

Muy distinto a lo que coloquialmente se entiende por ideología, el enfoque justo es el de significantes, es decir, lo que significa un signo ante otros signos. Esta problemática es de larga data, se empezó a estudiar hace 400 años atrás. Lo que hoy sabemos es que la ideología capitalista opera en un nivel inconsciente donde se nos fuerza a gozar y sentir placer de acuerdo a los significantes capitalistas, es decir: “se feliz” “dialoga y se sereno” “no llames a la rebelión”. En otras palabras, esta ideología capitalista se le suele llamar “paz” donde este marco por el cual gozamos del capitalismo sin advertir los antagonismos sociales irreconciliables que atraviesan toda la política.

Ya para cerrar y solo presentar el tema, diremos que las condiciones a priori históricas que Alberto Fernández tuvo que admitir en su último concurso no es más ni menos la política misma. El gobierno tiene, en el sentido que lo decíamos antes, la ideología capitalista del consenso. Nada más lejos de la realidad, y como dijo Perón, es una sola, se da de forma dialéctica. Cuando el Gobierno notó que esta ideología no-política del consenso y el diálogo se va agotando, tuvo que recurrir a un discurso más fuerte, mentado por Cristina (directa o indirectamente).

A modo de cierre, citar a John William Cooke, quien preconizó que en la teoría (o en el discurso) se puede sostener cualquier cosa, pero no así en la realidad. El Gobierno va viendo y exponiendo las extremas condiciones antagónicas que fundan la sociedad y también se percató que la política es el arte del conflicto, no del consenso. El consenso es la forma en que los sectores concentrados de la economía imponen sus directivas en forma de ideología capitalista.

Sea como sea, este gobierno empezó a tomar un buen rumbo, quitando el velo que oculta la ideología. A la realidad material le importa poco o nada lo que el Gobierno piense de ella, es la realidad material la que determina al Gobierno.

Mauri Delpir
Mauri.Delpir@huellas-suburbanas.info