Administración nacional del sistema financiero: Una agenda concreta para frenar el saqueo e impulsar el desarrollo económico

“Dar vuelta la manguera para que eche el chorro para adentro” Juan Domingo Perón.

Desde hace mucho tiempo, el debate político en la Argentina encuentra a los temas económicos, monetarios y financieros, como los principales problemas a resolver sin que surjan propuestas de solución lógicas, ni debidamente fundadas. La falta de un análisis preciso que contemple todas las variantes, y el espíritu conservador que se ha apropiado de la dirigencia política, nos enreda en una eterna discusión distributiva sin mirar, ni por un segundo, la posibilidad de cambiar los esquemas de generación y administración de las riquezas nacionales.

Sucede que, tanto en los discursos como en los hechos, han naturalizado como algo estanco e inamovible que la Argentina debe someterse eternamente a ser una factoría proveedora de materias primas a los países industrialmente más desarrollados. En otras palabras, se han resignado, y/o acomodado, a discutir diferentes formas de administración de una Argentina colonia, que sólo debe dedicarse a aumentar sus exportaciones, en detrimento de su mercado interno y la calidad de vida de su población.

Para salir de ese laberinto neocolonial, en el que unos pocos se encuentran muy cómodos y la gran mayoría sufre, es indispensable analizar las dos grandes fuentes de recursos económicos nacionales. El comercio exterior, donde se centraliza la planificación de la producción y comercialización de bienes y servicios, y la Banca, donde se atesoran y orientan los recursos financieros.

Haciendo foco en la administración del ahorro argentino, la banca y las finanzas, para comenzar es importante reconocer que la generación, atesoramiento y distribución del dinero constituyen una herramienta poderosa que puede ser utilizada tanto para favorecer o detener la producción. Basta para ello, que conceda (o no) créditos a la industria, o que haga viable (o no) los pagos de intereses según la tasa que aplique. En consecuencia, un plan de producción está supeditado, en gran parte, a la banca. Si esta es manejada por intereses privados y/o extranjeros, la propia historia indica que cumplirán con su afán de lucro sin tener en cuenta una visión de desarrollo económico nacional.

Inevitablemente, para iniciar un proyecto de industrialización que recupere el trabajo para los argentinos, se precisan abundantes capitales de inversión. Esto no quiere decir que hay que ir en búsqueda de inversiones extranjeras, que luego concluyen en condicionamientos, pérdida de soberanía y una fuga de capitales exponencialmente mayor al ingreso inicial, sino que, por el contrario, significa rescatar los recursos económicos del pueblo argentino que, hoy, están parasitados en el mundo especulativo o en manos de la banca privada y transnacional.

En este sentido, y diametralmente opuesto a lo que el interés nacional indica, el sistema financiero argentino se encuentra dedicado exclusivamente a la especulación financiera. Para fundamentar esto, sólo hace falta decir que la base monetaria (el total de billetes emitidos en manos del público más lo depositado en bancos) actualmente es de 4,2 billones de pesos, mientras que lo depositado en instrumentos financieros, “leliq, notaliqs y pases pasivos del BCRA”, suma 6,4 billones de pesos (el 150% de la base monetaria) cobrando una tasa de interés del 75% anual. Ese enorme volumen de dinero no tiene contacto alguno con la economía real y genera una emisión monetaria, por intereses, de 450,000 millones de pesos mensuales, 15,000 millones por día, mientras se denuncia que no hay plata y se generan recortes en educación, salud y vivienda para cumplir con las metas de ajuste fiscal que impone el FMI.

A la vista está, que mientras la economía nacional está en crisis, el mundo financiero, totalmente desligado de la economía real, sigue obteniendo abultadas ganancias. Pero también queda expuesto que, de tomar la decisión política de administrar esos recursos, contamos con los fondos suficientes para afrontar los problemas urgentes de la coyuntura y orientar el ahorro del pueblo argentino a un modelo de desarrollo productivo que genere puestos de trabajo genuinos.

Si hacemos foco en la reconversión del sistema productivo, esos fondos alcanzan para dar inicio a las inversiones de capital que requiere el proceso de industrialización. Por eso, una propuesta de nacionalización, y administración centralizada, de los depósitos bancarios no es en absoluto extemporánea, sino que, por el contrario, es totalmente lógica, justa, necesaria y urgente. Recuperar el rol del B.C.R.A. como Banco de promoción y desarrollo resulta imperativo para orientar el caudal de dinero, hoy destinado a la especulación financiera, al crédito a la inversión con fines productivos.

La plata está; lo que falla es la política que pondera la gobernabilidad, los acuerdos individuales y la renta sobre las necesidades del pueblo y el trabajo.

Entonces, haciendo pleno uso del potencial de la Patria Argentina y su Pueblo trabajador, ninguna crisis es tan grave, y ningún problema insuperable. Nuestra propia historia enseñaque los mejores momentos económicos son consecuencia de grandes gestas políticas y, sin ellas, no seríamos lo que somos, ni existiríamos como país siquiera. Identificar y enfrentar los conflictos, sus causas y a sus responsables, son cuestiones fundamentales para resolver los problemas políticos y económicos nacionales.

Rodolfo Pablo Treber
rodotreber@huellassuburbanas.info