
06 Abr ACERCA DE LA NATURALIZACIÓN DE LOS PROBLEMAS AMBIENTALES
A la luz de sucesos acaecidos en la provincia de Entre Ríos, Mendoza y también en la provincia de Buenos Aires relacionados con la utilización de plaguicidas y su efecto en la salud socio ambiental, resulta indispensable reflexionar cómo determinadas problemáticas se van “naturalizando” sin que seamos capaces de reconocer las causas profundas, los actores involucrados y las consecuencias, máxime cuando hablamos de salud infantil.
Los problemas y conflictos ambientales son intrínsecos al modelo de extracción–producción- consumo y descarte vigentes, en el cual los bienes comunes naturales son considerados recursos y como tal se los incluye en el circuito económico, sin prestar atención a la compatibilidad entre las tasas de extracción y de renovación o recuperación de dichos bienes. En gran parte de la sociedad prima una idea de una economía lineal, en la cual en cada una de las fases del ciclo productivo se generan desperdicios o “basura”, que poseyendo posibilidad de reutilización y reciclaje se entierran y/o queman, generando contaminación ambiental. En este sentido se evidencia una naturalización de los problemas ambientales en la cual diferentes actores participantes del campo de acciones, a partir de su capital e intereses, plantean estrategias de acción a fin de mejorar su posición, por ejemplo incrementar la cantidad de capital monetario o evitar su exposición a los plaguicidas.
En la mayoría de los territorios de Argentina, más allá de los cultivos que se realicen, se verifica un incremento en la demanda de agrotóxicos, ya para contrarrestar el accionar de insectos, hongos y plantas silvestres como para incrementar los rendimientos y aún mejorar la calidad formal de los productos. El proceso de expansión de los monocultivos y su consecuente paquete tecnológico se haya relacionado con los procesos y políticas públicas que lo contienen y trascienden. Cabe destacar la toxicidad de estos plaguicidas con capacidad de producir daños en la salud tanto de nivel agudo como crónico.
En paralelo con la elevación del uso, se verifica el efecto socio ambiental de los agrotóxicos tanto entre quienes los aplican , como a sus familias, vecinos expuestos y de consumidores; pero no se registra de manera evidente la emergencia de un conflicto, entendiendo a los conflictos ambientales como procesos que involucran a acciones colectivas, las cuales enfrentan diferentes cosmovisiones, percepciones, valores, intereses que poseen los actores participantes en torno a la ordenación del territorio, la posesión y titularidad, la conservación, uso y control de los bienes naturales. En presencia de un conflicto ambiental, surgen reacciones, hay intereses que se ven afectados y que son contrapuestos.
Es probable que, para los productores, una parte de residentes en las zonas afectadas, para los tomadores de decisión y técnicos y profesionales se hayan naturalizado los “accidentes” relacionados con el manejo de plaguicidas. Es así como frente a los casos de intoxicación aguda, el nacimiento de niños con malformaciones o la pérdida de biodiversidad, se tomen como parte inherente o propia de las actividades agrarias y no como un tema que realmente afecta a la salud pública . Cabe destacar que cuando nos referimos a que algo es natural nos referimos a que es propio o relativo a la naturaleza, también a aquello que está conforme a la propiedad o calidad de las cosas o aquello que sucede con cierta regularidad. Ahora bien, el concepto de naturalización según Marqués (1981), [1]refiere a un fenómeno que lleva a los seres humanos a considerar sus acciones y sus creencias como naturales o ligadas a la naturaleza. Esta naturalización puede considerarse como un discurso dominante en la mayoría de las sociedades actuales. Al atribuir causas naturales a los hechos sociales, y a sus relaciones entre actores como las que surgen del proceso de producción, los individuos y los grupos se alejan de la compresión de las reglas sociales que guían los comportamientos de la sociedad y que pueden por ejemplo impactar en el medio en el cual nos desenvolvemos.
En referencia a la percepción del efecto de los agrotóxicos en el ambiente y en consecuencia a la participación para reducir o restringir su efecto, no resulta una tarea sencilla dadas las posiciones manifiestas en el campo de acciones ligadas al capital acumulado, y de allí a los propios intereses, y a la complejidad del tema en sí mismo ligado a las características propias de los tóxicos (Químicas, Físicas y biológicas). Se procura muchas veces obtener la máxima rentabilidad sin atender no sólo a la salud individual y colectiva, sino a la posibilidad de gozar de los bienes comunes naturales; el agua, al aire y los suelos limpios.
En relación a los cambios en la cosmovisión de los seres humanos respecto a su inclusión en el ambiente, es posible afirmar que se produce un proceso acelerado de escisión. En este caso pareciera que desde una visión inclusiva que marcaba cierto respeto a los ciclos y relaciones naturales se pasa a una relación instrumental en la cual se juzga posible pasar de las relaciones circulares a flujos lineales de extracción-producción, consumo y desecho. Se toman como naturales procesos y relaciones sociales que, en conjunto con los efectos ambientales, derivan de la distribución desigual de capital y el acceso a la información.
Por último se invisibilizan problemas que impiden el desarrollo de una vida plena a las actuales y futuras generaciones. Estos problemas deben encararse desde los adecuados diagnósticos, con un adecuado castigo a aquellos que no cumplen con las leyes y ordenanzas que limitan el uso de plaguicidas y sobremanera proponiendo y apoyando desde las políticas públicas a las producciones agroecológicas. Entendiendo a la agroecología como un paradigma que busca otra forma de analizar e intervenir en la realidad. La agroecología, a partir de sus principios fundamentales; el diseño predial, la incorporación de biodiversidad estructural y funcional y la nutrición orgánica de los suelos, es capaz de propiciar la producción de alimentos de probada calidad, mitigando y adaptándose, de manera crítica, a los efectos del cambio climático.
[1] Marqués Vincent 1981. No es natural. Para una sociología de la vida. Anagrama. Barcelona.