
06 Jun A mitad de camino
“Usted no es nada
No es chicha ni limoná
Se lo pasa manoseando
Caramba zamba su dignidad”
(“Ni chicha ni limoná” Víctor Jara)
Nadie que transite sus días signado por la buena fe, puede poner en duda los esfuerzos que se vienen llevando adelante en el plan de vacunación contra el Covid-19, orientado desde el ministerio de Salud nacional y con una correcta, o cuando menos aceptable articulación en el trazo grueso con las provincias de todo el país, indistintamente del color político de quienes las gobiernan en estas circunstancias. Otro cantar es la efectividad de dichos esfuerzos y otros intersticios que, a veces por picardías y otras por absoluta impericia, entorpecen en algunas circunstancias puntuales los tiempos pautados para continuar avanzando con la aplicación de estas vacunas para la mayor cantidad de población en el menor tiempo posible.
Entre tanto, desfilan declamaciones para la “tribuna mediática” (acaso el más insidioso y dañino “enemigo real” de la salud social, incluso en términos psicológicos) y otras tantas procedentes de sectores que se empeñan en generar confusión, ira y desánimo en una población ya de por sí castigada por la pandemia y el inmenso océano de dolor y sufrimiento que va dejando tras su paso. Pero no sólo es la pandemia per se, responsable de otras cuestiones. La gestión gubernamental anterior aportó con esmero lo suyo, lo hemos reiterado durante años y no lo vamos a minimizar ahora. Pero la carestía de la vida que no merma en nuestros días, las enormes dificultades para poner de pie a un país, desde parámetros gubernamentales de suavísima intensidad a la hora de encarar políticas de fondo que reactiven empleo, no pueden seguir justificándose en los yerros previos. Tampoco se puede señalar con el dedo al adversario político por las limitaciones propias a la hora de controlar seria y severamente a los formadores de precios, o afrontar sin timideces reformas en el ámbito judicial, nacionalizaciones indispensables de empresas, puertos privados, o lo que tenga que hacerse y no sea del agrado del establishment.
Está claro que ninguna disputa por el sentido mismo de los hechos cotidianos puede ganarse apelando exclusivamente a las concordancias y los buenos modales, tan afectos a la mayoría de los funcionarios de la actual cartera gubernamental. Pero tampoco se puede sentir regocijo en la apelación a los mismos métodos que señalamos como funestos y que supuestamente son propiedad exclusiva de los sectores que piensan distinto a uno.
¿Y entonces?
Aún así, no podemos –no debemos- exagerar la realidad según las distorsiones propiciadas por nuestras propias conveniencias. Hacemos periodismo, con eje en la sensibilidad y la búsqueda de justicia popular, pero no nos calza la pilcha de operadores de tal o cual sector ideológico-político. Quienes deforman con sus propios intereses o apetencias electorales la descripción de determinada temática, no sólo contribuyen a dañar aún más a la noción de realidad, sobre la cual la sociedad se intenta sostener, frente a la avalancha de informaciones trabajadas de acuerdo a objetivos de terceros, sino además a engañar/nos a nosotros mismos, en tanto comunicadores enmarcados en un colectivo social.
La apuesta desde este pequeño rincón informativo, radica en el posicionamiento desde la honestidad intelectual de los contenidos que publicamos, y a partir de dicha base, contribuir en algún pequeño grado a la revisión de preconceptos en el amplio horizonte periodístico-comunicacional –con toda su poderosa carga ideológica a cuestas- y posibilitar el arribo de miradas renovadoras que doten de nuevas herramientas analíticas al colectivo de lectores que nos acompaña hace años.
Insistimos en promover la reflexión, el debate razonable y la construcción de una agenda informativa genuina, basada en las necesidades, las resistencias, las construcciones y vivencias cotidianas del pueblo trabajador, en orientación crítica hacia toda injusticia o definición institucional que traiga perjuicios al mismo. Y desde ese rol, no podemos justificar los yerros de unos en las trapisondas de otros: Mientras la fauna multimediática grita y se empecina en promover un clima de estrés e irritabilidad social, la pandemia avanza, los números de enfermos se multiplican de manera desoladora, los muertos por semana a causa del Covid ya los contamos de a varios miles, y no se visualizan mejores recetas de superación que el regocijo en que le vaya mal y muy mal al adversario.
Presente y futuro cercano
En el medio de tamaño sainete, como siempre queda el pueblo trabajador, cansado, harto, agotado y que en un número seguramente enorme, se desentiende del proceso electoral inminente, y asistirá al mismo a darle el triunfo a uno u otro sector, pero en la gran mayoría de los casos, sin grandes expectativas del horizonte por venir, más que la ilusión de un mejor sobre-vivir para su círculo afectivo.
Si no se comprende que el “embudo” de la pandemia derivó todas las agresiones y disputas de signo político hacia un descrédito bastante relevante de la clase dirigente más o menos en general, toda gran proclama –de dudoso cumplimiento a posteriori- o denuncismos varios, terminarán esterilizándose unos a otros, mientras el grueso de la ciudadanía proseguirá su lenta marcha hacia un cada vez mayor escepticismo hacia el “sistema” tal cual lo conocemos. Y las “vueltas de página institucional” en nuestro país, ya sabemos de memoria hacia dónde derivan.
Imagen obtenida del humorista y caricaturista Zach (Filipinas), titulado “Deadly Match” (partida mortal)