A los tumbos y sin programa a la vista

“Sono tutti cagoni” expresión de una obrera italiana

en la escena del film “Los Compañeros” (Mario Monicelli, 1963)

cuando la mayoría quiere levantar la huelga y “dialogar” con la patronal

La daga hasta el hueso

Días atrás, en el marco de una emotiva charla que se desarrolló en Ituzaingó, una señora que concurrió a la misma, le preguntó al expositor presente de mayor renombre, acaso entre angustiada y cándida, aquello de “cuándo los argentinos lograremos ponernos de acuerdo y tirar todos para el mismo lado”. El consultado, su mirada bañada en inocultable tristeza, dejó pasar el comentario… y más tarde lo trajo de retorno con un breve y mordaz “nunca señora, nunca va a suceder eso. Y en definitiva, nos moriremos, sin haber concretado tantos sueños que supimos tener”.

La hondamente dramática reflexión pertenece al inolvidable Juan José Camero. Pero lo certero es que logró sintetizar en su expresión, lo que muchos venimos sospechando pero que no logramos –o no nos animamos-  traducir en palabras, francas, sin tapujos. En efecto, es un concepto que sobrevuela muchas mentes con el firme propósito de anclar con todo el peso de una verdad muy incómoda. Pero verdad al fin, descarnada e inapelable.

Colaboracionistas

En semejante marco, digámosle cognitivo, no puede sorprender –aunque sí indignar, vamos, que somos de carne y hueso!- que un promedio de 4 de cada 10 compatriotas (¿será ampuloso a esta altura seguir pensándonos como patria? Chi lo sá…) hagan la vista gorda o bien avalen encarnizadamente el plan de desguace y destrucción acelerada del Estado nacional y todos sus elementos de soberanía, que el gobierno de Cambiemos, tan fiel émulo perfeccionado de los conservadores antiobreros, antidemocráticos y matones de la Década Infame (1930 – 1943), viene imponiendo a cualquier costo.

Los silogismos hipotéticos y el aristotelismo nac & pop

Si A es a B, y B es a C, entonces A es a C. ¿Se acuerdan? Es algo que suele funcionar a la perfección entre nuestra dirigencia vernácula. Off the record, se “fulminan” entre todos, luego uno es amigo del fulano, y también de mengano, por lo tanto fulano es amigo de mengano aunque por lo bajo y no tanto, se tiren con munición gruesa. ¿Y con estas herramientas pretendemos organizar una victoria electoral en 2019 contra el régimen oligárquico mejor sostenido por multinacionales, embajadas extranjeras, servicios de inteligencia y trampas judiciales de todo matiz y tenor que se recuerde en décadas?

Lejos de la revolución (perdonános Charly…!)

Sin programa sólido no puede haber acuerdos sólidos. Sin dejar de lado la ambición rosquera, no es posible pensar en un proyecto de liberación nacional. Sin organizarse siquiera para dar la resistencia más combativa posible, pensar en una contienda electoral que amenaza con ser la más amañada de nuestra historia (y eso ya es una enormidad), resulta entre iluso y cómplice del sistema imperante. El “reglamento del poder” que no se pone en cuestionamiento, es otro modo de capitular a diario frente a un gobierno que funciona cada vez con mayor y más nítidas facciones de una fuerza extranjera de ocupación colonial.

Los “tiempos” y las urgencias

El pueblo que pasa hambre, los desocupados, los cada día más postergados y humillados, los que no pueden pagar los tarifazos, los jubilados que rozan la indigencia, los que en un arrojo de desesperación van pensando en quitarse la vida, no entienden razones de roscas de alcoba palaciega. Para ellos, que son la amplia mayoría, no hay mañana sin intransigencia total en el presente. Y no tienen el menor interés en ver a quienes deberían defenderlos con toda honorabilidad, haciendo “fulbito” hasta que amaine la tormenta o el señor Macri termine de pulverizar todo y se vaya tranquilo a residir en algún lejano punto del globo, seguramente muy risueño entre anécdotas de las “hazañas” que realizó sin hallar extrema oposición para que las pueda concretar.

Pocos dirigentes parecen estar realmente a la altura de las circunstancias. Son nuestros, cuidémoslos. Un apreciable sector del movimiento obrero merece mayor atención y relevancia de la que ha venido teniendo al interior del campo nacional y popular. Con esos cuadros, y un importante rejunte de los descriptos en el párrafo anterior, pareciera que debemos intentar avanzar. A los tumbos y sin claridad, naturalmente. ¿Habrá material para “hacer lo que haya que hacer” en pos de recuperar en el más amplio sentido a una nación soberana, justa e independiente? ¿O volveremos a recordar esa frase imborrable de apenas tres palabras, que interpretó aquella actriz-obrera y que da inicio a estas reflexiones?

Daniel Chaves
dafachaves@gmail.com